“El placer reside en el susurro del presente, no en el eco de lo que fue ni en la quimera de lo que será.”

La satisfacción genuina se esconde en el simple acto de respirar, de sentir el calor del sol en la piel, de escuchar el canto de un pájaro. No es necesario perseguir grandes eventos para sentir dicha; la plenitud se encuentra en la apreciación de los pequeños milagros diarios. Como un niño que descubre un tesoro en una hoja seca, redescubre la maravilla en lo ordinario.

Este gozo es un estado del ser, no una posesión material. Nos permite saborear la existencia con cada bocado, sin la ansiedad del mañana ni el lamento del ayer.