“Despierta la chispa de la curiosidad, pues el asombro es el primer paso hacia la algarabía perpetua.”

Esta idea resalta la importancia de mantener viva la curiosidad y la capacidad de asombro como motores de una felicidad constante. El deseo de aprender y descubrir nos mantiene energizados y abiertos a nuevas experiencias.

Piensa en un explorador que, ante un territorio desconocido, siente la emoción de lo que aún no ha visto. Esa excitación es el combustible de su aventura.

Mantener esa misma sed de conocimiento y asombro ante el mundo que nos rodea nos permite experimentar un gozo continuo, descubriendo constantemente facetas nuevas y fascinantes de la vida que nutren nuestro espíritu.