“Cultivar la alegría es sembrar sonrisas en los surcos del alma.”

La alegría, más que un regalo fortuito, es una elección activa. Piensa en el agricultor que, con esmero, planta semillas. Cada sonrisa que ofrecemos, cada acto de bondad que regalamos, es una semilla de alegría plantada en nuestro propio ser y en el de los demás. Con el tiempo, estos pequeños gestos germinan, llenando nuestro interior de un florecimiento constante.