“La dicha no es un puerto, sino la brisa que infla las velas del alma.”

La felicidad no es un destino final, un lugar al que se llega y en el que se permanece para siempre. Más bien, es una fuerza impulsora, un viento cósmico que llena nuestras velas internas, permitiéndonos navegar por la vida con propósito y vitalidad. Es la energía que nos mueve a buscar, a crecer, a experimentar el mundo con un espíritu aventurero y agradecido.