“La dicha verdadera es un jardín interior que florece con la gratitud.”

La gratitud actúa como el sol y el agua para el jardín de nuestra alma, permitiendo que florezca la dicha. Cada agradecimiento es una gota de rocío que nutre las raíces de nuestro bienestar. Piensa en cómo un simple "gracias" puede iluminar el día de alguien.

Este placer de dar y recibir gracias, de reconocer las bondades en nuestra vida, alimenta la alegría más profunda. La satisfacción de ver nuestro mundo interior florecer con sonrisas y optimismo es un regalo que nos hacemos a nosotros mismos.