“La felicidad madura es como buen vino: necesita oscuridad para alcanzar su dulzura”

Las etapas difíciles no son enemigas del bienestar, sino sus aliadas secretas. Como las uvas que desarrollan complejidad en las cuevas más oscuras, nuestra alegría gana matices en los periodos de sombra.

Los enólogos saben que la luz directa arruina los mejores caldos. Nosotros también necesitamos esos momentos de introspección, donde sin apuros, nuestra esencia puede fermentar hacia versiones más ricas y satisfactorias.