“La felicidad es como el sol: no se ve, pero se siente. Solo necesitamos abrir los ojos y el corazón para percibirla.”

La verdadera dicha no siempre es visible, pero siempre está presente. Es como el sol, que brilla en el cielo, aunque a veces las nubes nos impiden verlo. La felicidad no siempre está en lo que podemos ver o tocar, sino en lo que sentimos en lo más profundo de nuestro ser.

Al abrir nuestros ojos y nuestro corazón, descubrimos que la felicidad está en todas partes, en los momentos más simples y en las pequeñas maravillas del día a día.

La felicidad no es algo que buscamos fuera de nosotros, sino algo que sentimos dentro de nosotros.