“La jovialidad es el reflejo de un corazón que, a pesar de las arrugas, conserva la inocencia de la risa.”

La jovialidad no es patrimonio exclusivo de la juventud, sino la cualidad de un corazón que, independientemente de la edad o las experiencias vividas, mantiene intacta la capacidad de reír, de disfrutar de las pequeñas cosas y de ver el mundo con una chispa de ilusión. Es la chispa que ilumina el rostro, incluso cuando las huellas del tiempo se hacen presentes.

Imagina a un anciano que comparte anécdotas con una sonrisa pícara, o a un niño que se maravilla con el vuelo de una mariposa. Ambos poseen esa jovialidad, ese espíritu ligero que se niega a ser empañado por las complejidades de la vida. Es un tesoro que se cultiva, una elección consciente de mantener la alegría como compañera inseparable.