“La dicha no es un destino, sino el arte de florecer donde la vida nos siembra.”

La dicha no es un tesoro escondido al final de un largo camino, sino la habilidad de encontrar la belleza en el presente. Es como una semilla que, cuidada con atención y amor, se abre paso entre la tierra, transformándose en un vibrante ramo de colores y aromas, incluso en el rincón más inesperado de nuestro jardín existencial.