“El placer efímero es una chispa; la satisfacción profunda es la brasa que perdura.”

Hay momentos de deslumbramiento fugaz, como un castillo de fuegos artificiales que ilumina el cielo por un instante. Eso es el placer efímero. Pero la verdadera felicidad reside en esa calidez constante, en la brasa que se mantiene viva, alimentada por las pequeñas victorias diarias, las conexiones genuinas y el propósito.

Es la diferencia entre un dulce momentáneo y el sustento que nutre el alma a largo plazo.