“La satisfacción se ancla en el dar, no solo en el recibir.”

Buscamos la satisfacción en la acumulación, en lo que podemos obtener, pero su raíz más profunda se encuentra en la generosidad.

El acto de dar, ya sea tiempo, conocimiento o un simple gesto de amabilidad, siembra en nosotros una semilla de gozo que florece con el tiempo. Es una alegría diferente a la del consumo; es una plenitud que proviene de contribuir al bienestar ajeno. Piensa en la satisfacción de un jardinero que ve crecer las flores que ha plantado y cuidado, una dicha que va más allá de poseerlas.