“La victoria florece donde la duda se marchita bajo el sol de la persistencia.”

Aquí, la victoria se presenta como un delicado capullo que requiere condiciones específicas para abrirse. La duda, esa maleza persistente, debe ser erradicada para permitir que la belleza del triunfo emerja completamente.

Piensa en un artista que revisa una obra una y otra vez, lidiando con la inseguridad. Cada pincelada, a pesar de la vacilación, es un acto de fe. Cuando finalmente la obra alcanza su plenitud, no es solo la habilidad, sino la determinación la que la ha permitido florecer, dejando atrás las sombras de la incertidumbre.