“El éxito se construye en los intersticios del tiempo que otros desperdician.”

El éxito se construye en los intersticios del tiempo que otros desperdician.

La conquista más notable no siempre requiere grandes bloques de dedicación exclusiva, sino la habilidad de aprovechar los pequeños espacios temporales que la mayoría descuida.

Imagina un artesano que, en lugar de esperar tener un taller completo, crea obras maestras en los breves momentos entre sus obligaciones diarias. Así, el triunfo auténtico a menudo se fragua en los márgenes de una agenda apretada, en esos minutos que otros consideran insignificantes pero que, acumulados, construyen montañas de logro.

La victoria más sorprendente es aquella que se teje con los hilos del tiempo que otros desechan.

Cuando aprendemos a valorar y aprovechar cada fragmento temporal, descubrimos que el éxito no depende tanto de cuánto tiempo tenemos, sino de cómo utilizamos los momentos que aparentemente no existen.