“El afecto es el bálsamo que sana las heridas del alma y nutre el espíritu.”

El afecto genuino posee una cualidad curativa, capaz de aliviar las cicatrices emocionales y fortalecer el espíritu. Es el abrazo cálido, la palabra de aliento, el gesto de comprensión que revitaliza y restaura.

Considera un jardín que, tras una helada, es revivido por el sol y el agua. El afecto actúa de manera similar, devolviendo la vida y la vitalidad a un alma herida. Este cariño profundo es la base del apego y la pasión, demostrando su poder transformador.