“Amar es descubrir la sinfonía en el silencio compartido, la melodía en las miradas cómplices.”

No todas las grandes composiciones musicales requieren de instrumentos resonantes; a veces, la armonía más profunda se encuentra en la ausencia de sonido.

Piensa en dos amantes sentados uno junto al otro, cada uno leyendo un libro, pero conectados por una burbuja de paz y comprensión, un entendimiento tácito que trasciende las palabras.

Ese afecto mutuo crea su propia música, una pasión serena que se manifiesta en la comodidad de la presencia, en la belleza de una conexión que no necesita ser vocalizada para ser sentida y apreciada profundamente.