“El apego, cuando es libre, teje hilos de confianza, no cadenas de posesión.”

El verdadero apego nace de la seguridad y el respeto. Es la construcción de un vínculo sólido donde la presencia del otro enriquece, sin coartar la individualidad.

Imagina un jardín donde las flores se apoyan mutuamente para crecer, pero conservan sus propias raíces y colores. Así es el apego saludable: un entrelazamiento de almas que se fortalecen en la libertad y se nutren de la confianza mutua.