“En el crisol del cariño, el yo se disuelve para hallar un nosotros más pleno.”

El verdadero cariño nos invita a una alquimia interior. Al entrar en una relación amorosa, a menudo dejamos caer nuestras armaduras, permitiendo que las escamas de nuestro ego se desprendan. Este proceso, a veces incómodo, nos lleva a una fusión hermosa, donde las individualidades no desaparecen, sino que se entrelazan para crear una identidad compartida, un "nosotros" que es más grande que la suma de sus partes.