“El apego no es una cadena, sino las raíces que anclan dos árboles en el mismo suelo fértil.”

Imagínate dos árboles majestuosos creciendo lado a lado. Sus ramas se entrelazan suavemente en el aire, pero lo más importante es que sus raíces, invisibles bajo tierra, se entrelazan también, proporcionándose mutuo sustento. El apego, lejos de ser una limitación, es esta conexión profunda que nutre y estabiliza, permitiendo que ambos crezcan fuertes y resistentes a las tormentas de la vida, unidos por un terreno común.