“El apego no es posesión, sino el hilo invisible que teje la confianza mutua en el telar del tiempo.”

A veces confundimos el apego con el deseo de control. Sin embargo, el apego verdadero se manifiesta como un lazo de confianza, un reconocimiento de la seguridad y el valor que el otro aporta a nuestra existencia.

Imagina dos hilos que, entrelazados con delicadeza, crean un tejido resistente y hermoso. Este vínculo no ata, sino que fortalece, permitiendo que cada uno conserve su individualidad mientras se expande la fortaleza del vínculo. Es un compromiso tácito de estar presentes, de apoyarse y de crecer juntos a través de los años.