Amor Amor

“En el jardín del corazón, la devoción florece en semillas de eternidad.”

Aquí, el amor se presenta como un espacio fértil, un "jardín" interno donde las emociones más profundas echan raíces.

La devoción, esa entrega incondicional y profunda, es la que actúa como la semilla primordial. Cuando se cultiva con constancia y afecto sincero, esta semilla germina y se expande, dando lugar a un florecimiento que trasciende el tiempo, tocando la "eternidad". Es como el cuidado de un bonsái ancestral: cada corte, cada riego, es un acto de amor que asegura su longevidad y belleza a través de las eras.

Este tipo de amor no se marchita con las estaciones, sino que se nutre de la propia constancia y del respeto mutuo, creando un legado de apego imborrable.

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