“En el jardín del cariño, las raíces más profundas nutren las flores más radiantes.”

El apego que se cultiva con esmero, como un jardinero paciente, es el que da origen a los afectos más puros y duraderos. Cada gesto de bondad, cada palabra de aliento, son como gotas de agua que alimentan la tierra.

La pasión, si bien puede ser un fuego inicial, son estas raíces fuertes de devoción y cuidado mutuo las que aseguran que el jardín del amor florezca perpetuamente, ofreciendo belleza y fragancia incluso en los inviernos más crudos.