“El cariño es el bálsamo que cura las cicatrices del tiempo.”

En el camino de la vida, acumulamos heridas, tanto visibles como invisibles. El cariño genuino actúa como un remedio suave, una caricia que alivia el dolor y ayuda a sanar las marcas que el tiempo deja en nosotros.

Es ese gesto de comprensión, esa presencia reconfortante, que permite que las viejas heridas se cierren con una nueva piel, fortalecida por la calidez del afecto. El amor, en su forma más tierna, nos recuerda que no estamos solos en nuestro proceso de recuperación.