“La complicidad es el idioma secreto del enamoramiento perpetuo.”

El enamoramiento no necesita grandes gestos; se nutre de la chispa de la comprensión mutua, de las miradas que lo dicen todo. Es ese lenguaje tácito, ese universo compartido donde una palabra, un gesto o una simple sonrisa son suficientes para fortalecer el vínculo. Esta intimidad profunda es la llave que mantiene viva la llama del afecto a lo largo de los años, convirtiendo lo cotidiano en extraordinario.