“Nuestros lazos afectivos son hilos de oro tejidos por el tiempo y la presencia.”

El apego, fortalecido por los momentos compartidos, se convierte en una red invisible que nos sostiene. No son solo coincidencias, sino la suma de todas las veces que elegimos estar, que elegimos cuidar.

Imagina una tela antigua, cada hilo representa una conversación, una risa, un consuelo. Cuanto más se entrelazan, más resistente y hermosa se vuelve, capaz de soportar el paso de las décadas y el peso de los recuerdos.