“El amor verdadero no se encuentra, se cultiva; cada día es una semilla nueva.”

La creencia popular a menudo nos hace pensar que el amor es algo que golpea como un rayo inesperado. Sin embargo, la realidad es que el amor es un jardín que requiere atención constante.

Cada interacción, cada gesto de afecto, cada palabra de aliento es un acto de siembra. El amor que perdura es el que se riega con paciencia, se protege de las malas hierbas de la indiferencia y se abona con la comprensión. Es un proceso continuo de crecimiento, donde la dedicación diaria forja un vínculo inquebrantable.