
“El amor es el fuego que, al consumirse, ilumina.”
Esta metáfora describe un amor que se da plenamente, que se consume en el acto de amar, pero cuyo sacrificio resulta en una luz que disipa la oscuridad. Es la pasión en su máxima expresión de entrega.
Piensa en la antigua lámpara de aceite que se vaciaba para dar luz. Así, el amor vivido con intensidad, aunque pueda parecer que nos desgasta, en realidad nos ilumina y enriquece, dejando una estela de calor.
Es un afecto que se transforma al darse, un acto de devoción que irradia energía.