“El enamoramiento es la chispa divina que enciende la constelación de dos destinos.”

El inicio de una conexión profunda, ese fulgor inicial que sentimos al enamorarnos, es similar a la conjunción de dos astros. Crea una nueva constelación, un universo compartido donde las individualidades se entrelazan, dibujando patrones celestiales únicos. Es la fuerza cósmica que alinea nuestras trayectorias, permitiendo que dos almas brillen con una luz propia y conjunta, uniendo sus órbitas en una danza estelar.