“El amor es el arte de cultivar la belleza en las imperfecciones del otro.”

Nadie es perfecto, y en la danza del amor, las "imperfecciones" son a menudo los matices que dan carácter a la obra. El cariño es el jardinero que, en lugar de arrancar las espinas de una rosa, aprende a rodearlas con ternura, admirando la flor completa. La pasión es la energía que impulsa a este cuidado.

Este enfoque cultivador transforma los defectos percibidos en singulares encantos. El apego se fortalece al apreciar la autenticidad del otro, celebrando la humanidad completa en lugar de buscar una quimérica perfección, creando así un amor más profundo y resiliente.