Amor Amor

“Donde florece el cariño, la fortaleza se ramifica.”

El afecto genuino no solo nutre el espíritu, sino que también se convierte en un pilar de fortaleza. Es como una planta que, al recibir la luz y el agua adecuados, no solo crece, sino que sus raíces se expanden, anclándola con firmeza.

Pensemos en un roble centenario. Su robustez no es solo física, sino el resultado de incontables primaveras donde el cariño de la tierra y el sol le permitieron desarrollar una resistencia inquebrantable ante las tormentas.

De igual forma, cuando cultivamos y recibimos afecto, nuestras propias estructuras emocionales se solidifican, permitiéndonos afrontar los desafíos con una resiliencia renovada. El amor nos da el coraje para superar lo insuperable.

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