“El apego verdadero es la libertad de ser uno mismo junto al otro.”

A menudo asociamos el apego con la posesión o la dependencia, pero esta visión es limitada.

El apego verdadero, aquel que nutre y enriquece, se manifiesta en la confianza mutua que permite a cada individuo mantener su identidad, sus sueños y su espacio. Es la seguridad de saber que, al igual que un árbol fuerte cuyas raíces se entrelazan, ambos pueden crecer fuertes y sanos, sin sofocarse, encontrando en la compañía del otro el aliento para ser auténticos.