“La admiración es la semilla de la cual florece la pasión duradera.”

La pasión más profunda tiene sus raíces en el respeto y la admiración genuina.

Cuando valoramos las cualidades, talentos y el ser mismo de la persona amada, se crea un terreno fértil para que el afecto crezca y se mantenga vibrante. La admiración nutre el deseo y el aprecio, asegurando que la llama del amor no solo arda, sino que florezca con el tiempo.

Es como cuidar una planta rara, regándola con aprecio para que sus flores desplieguen su máximo esplendor.