“Somos constelaciones únicas, cuyo fulgor se intensifica al orbitar juntos.”

Este apego profundo no nos fusiona en un solo astro, sino que, al trazar órbitas conscientes y respetuosas, nuestros brillos individuales se potencian. Cada uno mantiene su esencia, su luz particular, pero la proximidad y la admiración mutua crean un espectáculo celeste aún más deslumbrante, digno de ser contemplado desde la inmensidad del universo emocional.

Es la celebración de la autonomía dentro de la unión, un baile cósmico de dos individualidades que encuentran en la danza compartida un sentido de propósito y un esplendor magnificado.