“Amar es sembrar esperanza en el jardín del otro.”

Esta metáfora evoca la idea de que el amor nutre y fomenta el crecimiento personal.

Cuando ofrecemos nuestro afecto, estamos contribuyendo a que la otra persona cultive sus sueños y esperanzas, proporcionando el **cariño** y el apoyo necesarios para que florezcan sus aspiraciones.

Es como regar una planta con agua de confianza y sol de fe, permitiendo que sus raíces se afiancen y sus pétalos se abran al mundo.