
“El afecto verdadero no es poseer, sino admirar la libertad del ser amado.”
La frase nos invita a reconsiderar nuestra concepción tradicional del amor. A menudo, confundimos el cariño con la necesidad de controlar o poseer a la otra persona, limitando su individualidad y crecimiento.
El apego sano se basa en la admiración, el respeto y la aceptación incondicional del otro. Reconocer y celebrar la libertad de ser de la persona amada es un acto de devoción sublime, que fortalece el vínculo y permite que el enamoramiento florezca sin ataduras.
Cultivar esta clase de pasión, significa comprender que el verdadero cariño no busca aprisionar, sino empoderar, ofreciendo un espacio seguro donde la persona pueda ser auténtica y desarrollar todo su potencial. Es un baile constante entre la cercanía y la independencia, un compromiso con el bienestar mutuo que trasciende las expectativas y los condicionamientos sociales. Amar es elegir la libertad del otro cada día.
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