“Donde florece el apego genuino, la distancia se convierte en un eco de recuerdos, no en un abismo.”

El apego verdadero trasciende la cercanía física. Cuando el cariño es profundo y sincero, la separación temporal se transforma en una oportunidad para atesorar los momentos compartidos y anhelar el reencuentro.

Imagina dos árboles cuyas raíces se entrelazan bajo tierra; aunque sus copas se separen por el viento, su vínculo esencial permanece inalterable. El amor auténtico nutre esa conexión invisible.