“El verdadero apego se teje con hilos invisibles de entendimiento y aceptación mutua.”

Este cariño que perdura no se basa en la posesión, sino en la libertad de ser. Es como un tapiz intrincado donde cada hilo representa una confidencia, una risa compartida o un momento de vulnerabilidad, fortaleciendo la trama de la relación con cada puntada de comprensión.

Cuando aceptamos al otro tal como es, con sus luces y sombras, ese vínculo se solidifica, convirtiéndose en un refugio seguro contra las tormentas de la vida.