“La verdadera entrega es ofrecer el corazón sin preguntar por el retorno.”

La entrega auténtica, en el contexto del amor, implica un desapego egoísta, un acto de dar que no espera recompensa. Es como lanzar una semilla al viento, confiando en que encontrará tierra fértil, sin preocuparse por quién recogerá sus frutos. Esta generosidad desinteresada es lo que permite que el amor respire y crezca libremente, fortaleciendo el apego desde una base de pura benevolencia y confianza en el proceso.