“El cariño es el bálsamo que cura las heridas invisibles del alma.”

La ternura que ofrecemos y recibimos actúa como un ungüento suave y reconfortante para las dolencias que no se ven en la superficie. Las decepciones, los miedos y las tristezas a menudo dejan cicatrices internas que solo el afecto genuino puede aliviar.

Este cuidado reconfortante, este sentirse comprendido y valorado, tiene la capacidad de sanar las grietas del espíritu, restaurando la integridad emocional. Es en la calidez de un abrazo sincero, en la mirada comprensiva, donde encontramos el bálsamo que nos permite recuperarnos y seguir adelante, fortalecidos por el amor recibido.