“El amor no busca espejos, sino ventanas hacia el alma del otro.”

El enamoramiento genuino trasciende la mera contemplación de uno mismo reflejado en la pareja. No se trata de encontrar a alguien que valide nuestra propia imagen, sino de abrirnos a la perspectiva y la esencia del otro.

Es como descubrir una nueva habitación en una casa conocida, llena de matices y paisajes interiores que antes eran desconocidos. Este afecto nos invita a mirar más allá de la superficie, a adentrarnos en las profundidades del ser amado.

Esta apertura mutua crea un espacio donde la autenticidad florece, permitiendo que la pasión se nutra de la comprensión y el respeto por las diferencias, enriqueciendo la conexión.