“El verdadero afecto no es poseer, sino liberar con alas de cariño.”

El amor trasciende la simple posesión; se eleva como un faro que guía, no encadena. Un afecto genuino comprende la individualidad del otro, reconociendo su derecho a volar y a explorar su propio cielo.

No se trata de un apego asfixiante, sino de un enamoramiento que nutre y empodera. La devoción verdadera florece en la libertad concedida, en el aliento silencioso que impulsa a alcanzar las estrellas.

• El cariño se manifiesta en la confianza.
• La pasión se encuentra en el respeto.

El verdadero regalo del afecto es la oportunidad de crecer juntos, aún en la distancia, sabiendo que el vínculo permanece intacto, fortalecido por la ausencia de cadenas y la presencia constante del cariño.