“El amor es el alquimista que transforma la escoria del ego en oro puro de la comprensión.”

El afecto, en su forma más profunda, posee una cualidad transformadora. No se trata solo de sentir mariposas en el estómago, sino de una metamorfosis interna. Imagina la escama del egoísmo, áspera y opaca, que el verdadero cariño, con su toque cálido y persistente, va puliendo hasta revelar la brillante gema de la empatía.

Este proceso es sutil, como la lenta pero segura erosión de una montaña por el viento y la lluvia. El enamoramiento inicial puede ser un fuego efímero, pero la devoción que se cultiva a lo largo del tiempo es la fragua donde se forja la comprensión mutua. Es aprender a ver el mundo a través de los ojos del otro, incluso cuando sus visiones difieren de las nuestras. Es un acto de alquimia emocional, donde el yo se disuelve para dar paso a un nosotros más valioso.