Amor Amor

“Como la marea que besa la arena, el amor se adapta y moldea, dejando huellas efímeras pero profundas.”

Esta metáfora describe la naturaleza fluida y adaptable del amor. No es una fuerza rígida, sino una que se ajusta a las circunstancias, influyendo en el paisaje emocional.

Piensa en la orilla del mar, donde la marea sube y baja, dejando a su paso patrones efímeros en la arena. El amor es así: puede cambiar de intensidad, puede retirarse temporalmente, pero el impacto de su presencia, la huella de su cariño, permanece grabada, moldeando la vida de quien lo recibe.

Este apego, aunque a veces parezca fugaz como la espuma, tiene la capacidad de erosionar los bordes duros de la soledad y dejar un terreno más fértil para futuros florecimientos. Un afecto que, en su constante movimiento, nos enseña la belleza de la adaptación y la resiliencia.

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