“Donde germina el cariño, florecen las raíces invisibles que sostienen la vida.”

El cariño, esa semilla plantada con delicadeza, es la fuerza silenciosa que nutre el alma. No siempre es ostentoso, a veces se manifiesta en un gesto sutil, una mirada de comprensión o un abrazo reconfortante.

Estas raíces, aunque ocultas a la vista, son el anclaje fundamental que nos permite resistir las tormentas de la vida. El apego que se forja en estos actos cotidianos se convierte en un sistema de soporte vital, vital para nuestro bienestar emocional y, en última instancia, para nuestra supervivencia en el sentido más profundo.