“El amor no se busca, se teje con los hilos del encuentro fortuito.”

A menudo idealizamos el amor como un destino predestinado, una búsqueda sin fin. Sin embargo, la realidad es más sutil y hermosa. El enamoramiento, la chispa inicial, a menudo surge de encuentros inesperados, de esas casualidades que cambian el curso de nuestra existencia. El amor verdadero, en cambio, se construye activamente, se teje pacientemente con los hilos invisibles de la comunicación, el respeto y el afecto compartido. Cada conversación, cada experiencia vivida juntos, añade una hebra a este tapiz, fortaleciendo el diseño y la resistencia de nuestra unión.