“El apego genuino no ata, sino que alienta a volar juntos hacia horizontes infinitos de afecto.”

La frase nos invita a reconsiderar nuestra concepción del afecto. A menudo, confundimos el enamoramiento con posesión, el cariño con control.

Pero el verdadero apego, aquel que nutre y fortalece, no busca restringir la libertad del otro. Al contrario, impulsa su crecimiento individual, celebrando sus logros y ofreciendo apoyo incondicional en sus desafíos.

Imaginen dos aves, unidas por un vínculo profundo, elevándose juntas hacia el cielo. No se aferran la una a la otra impidiendo el vuelo, sino que coordinan sus alas, aprovechando la fuerza del otro para alcanzar alturas impensables. Este es el verdadero amor: un catalizador para el crecimiento mutuo, una devoción que inspira a alcanzar nuestros sueños más anhelados.

• Alentando a volar libres, pero nunca solos.