“Donde florece el afecto, incluso el desierto del alma encuentra oasis.”

El afecto, en su forma más pura, es la savia vital que nutre los rincones más áridos de nuestro ser. Incluso cuando nos sentimos perdidos o vacíos, una conexión genuina puede traer vida y esperanza.

Piensa en una persona que ha atravesado tiempos difíciles, sintiéndose desolada como un paisaje desértico. La llegada de un cariño sincero es como una lluvia torrencial que despierta la vida latente, haciendo brotar flores de resiliencia y alegría en medio de la sequedad emocional.