“Donde el cariño se posa, la existencia florece en mil colores.”

El apego genuino es un fertilizante para el alma. Piensa en un desierto árido, donde la vida apenas se atreve a existir; de repente, una gota de rocío, alimentada por un cariño sincero, germina una flor vibrante. Este enamoramiento no es solo una emoción, sino un catalizador que impulsa el crecimiento personal y colectivo.