“El amor es el eco que resuena en la bóveda del alma, confirmando que no estamos solos.”

Esta frase nos invita a pensar en el amor como una resonancia profunda, una confirmación interna de nuestra conexión con otros seres. No es solo un sentimiento, sino una vibración que valida nuestra existencia y disipa la soledad.

Imaginemos un vasto espacio interior, una catedral del ser. Cuando el afecto verdadero llama a su puerta, no es un sonido efímero, sino una onda que viaja por las galerías del alma, encontrando otros ecos, creando una sinfonía de pertenencia.

Es el reconocimiento mutuo, la certeza de que nuestras pasiones y anhelos encuentran un reflejo en el corazón de alguien más, pintando de compañía los rincones más recónditos de nuestra existencia.