“El enamoramiento es la chispa que enciende la hoguera de la pasión duradera.”

Se plantea el enamoramiento no como un fin, sino como el inicio, la ignición necesaria para una llama de afecto que busca ser perenne. La chispa inicial, ese arrebato inicial, es el catalizador que, con cuidado y dedicación, puede mantenerse vivo y ardiente a lo largo del tiempo.

Piensa en el primer encuentro, esa electricidad en el aire. Esa es la chispa. Pero el verdadero arte está en mantener viva la hoguera, alimentándola con gestos cotidianos, conversaciones profundas y la admiración mutua, para que el calor del amor nunca se extinga.