“Amar es ser el viento que mece la vela del alma ajena.”

Esta imagen poética sugiere que el amor, en su expresión más generosa, consiste en ser una fuerza que impulsa y acompaña al otro en su propio viaje. No se trata de dirigir, sino de facilitar el movimiento y el crecimiento.

Como el viento que da impulso a una vela, el afecto y el apoyo nos permiten navegar por la vida con más libertad y dirección. Es el cariño que anima a perseguir sueños, la pasión que contagia entusiasmo, y la devoción que acompaña en los momentos de calma y de tormenta, permitiendo al otro surcar sus propios océanos.